Sala Cuarta Pared

SOBRE LA FORMACIÓN TEATRAL EN LA ADOLESCENCIA

Sobre la formación teatral en la adolescencia

TEATRO + ADOLESCENTES = UN DESAFÍO

Dirijo este artículo muy especialmente hacia nuestro alumnado y a todos aquellos y aquellas que dediquen buena parte de su tiempo en la formación y gestión de un ocio compartido para esa edad rica y confusa que es la adolescencia.

Si atendemos al título, desde Cuarta Pared, la palabra “teatro” se asocia a un proceso de creación que, además, desarrolle toda la potencialidad que posee un o una joven entre 13 y 18 años.

El aula de teatro es un espacio, un emplazamiento y un tiempo en el que vamos a converger con un grupo de adolescentes para explorar un lenguaje artístico que les va a permitir expresarse.

Esta es una realidad opuesta a lo que supone desarrollar una labor de producción y construcción teatral a imitación del modo profesional. Nos conduciría a patrones de imitación y competitividad entre alumnos muy distantes a lo que supone que el alumno/a sea el principal protagonista de la creación y que le dé contenido al teatro a través de sus inquietudes, opiniones, reflexiones y vivencias. Perderíamos, además, la ocasión de situar al/la joven ante un trabajo crítico, reflexivo, abierto y plural, en el que puede jugar distintos roles y ponerse en el pellejo, inclusive, de aquellos/as cuyas opiniones no comparte o en premisas sobre las que tiene una idea estrecha y simplista.

Si no aprovechamos el marco creativo que se nos ofrece, en vez de jugar con lenguajes de construcción artística que configuran signos y simbologías poéticas en el espacio escénico, estaríamos incurriendo en el reduccionismo iconográfico que nos impone la superficialidad y la exclusión de una exploración en la cultura y en las artes de nuestro tiempo.

Tenderíamos a hacer un trabajo anticuado y sin la energía que brota de un impulso juvenil, vinculado a una sociedad contemporánea y a un entorno en el que su vivencia tiende a absorber los modelos sociales y, a la vez, a contestarlos, con una potencialidad desde la respuesta reprimida que constituye el vórtice de su impulso.

Nuestros cursos parten de la motivación del profesorado para adentrarse en la búsqueda de la flexibilidad y la originalidad en las ideas, para favorecer el desarrollo de la creatividad del alumnado a través de la invención y la reconstrucción de situaciones problemáticas que se han de resolver. Un marco en el que, ante las situaciones que pueden partir o no de un referente textual, se despliegue tanto la comprensión como la extensión creativa dentro de un proceso marcado por el contraste de opiniones y pareceres, propuestas y la corrección de las mismas, para el refuerzo de su seguridad personal y el interés por la variedad, la adaptabilidad y la versatilidad.

Comprender la estrategia y respetar las opciones presentadas por sus compañeros y compañeras sugiere más aprendizaje que las profundas informaciones que se les puedan ofrecer. En palabras del matemático José Antonio Fernández Bravo: la distancia más corta entre la enseñanza y el aprendizaje es un buen desafío.

¿Qué es el teatro para nosotros/as?

El teatro es una escuela de vida en la que se suplanta la realidad para generar otra, que no es real, pero que puede tener tanta verdad como la primera.

Decimos que el teatro es una realidad paradójica porque reúne dos conceptos antitéticos: realidad y ficción.

Comparando el teatro con cualquier otra actividad artística y social, este se muestra con un rasgo diferenciado: convierte la realidad en ficción mientras que la ficción se hace “realidad”. La forma en la que el teatro une realidad y ficción es lo distintivo del hecho teatral. Pero no es fácil indicar el modo en que se relacionan estas dos realidades opuestas, de hecho, da origen a múltiples polémicas. El debate se cierne sobre el realismo en el teatro, su verosimilitud, los límites de la ficción y la realidad de la vivencia del actor en escena. Todo esto da para mucho, pero nos es más productivo resumir y concluir en que existe un equilibrio entre realidad y ficción que hace posible el teatro.

– La ficción puede ser verosímil si permitimos que sea “como si fuera real”, sin dejar de ser ficción.

¿Quién genera la ficción teatral? ¿la escenografía? ¿la música? ¿la luz?¿el espacio? No todo lo que puede suceder en un lugar llamado teatro es el teatro que nos interesa. Nos interesan los actores, las actrices y las acciones que emanan de ellos/as.

La ficción puede ser verosímil si permitimos que sea “como si fuera real”.

Cualquier persona en su infancia hace de esta sentencia la base esencial de su crecimiento a través del juego. Constantemente los niños juegan al “como si” a través de una llave que abre las puertas de la imaginación: el “vale que…”.

Si echamos mano del manual de nuestra infancia y nos fijamos en sus actores, los niños/as, nos daremos cuenta de que constantemente hemos asumido diferentes roles y hemos generado diferentes situaciones a través de esta fórmula sencilla de transformación: “vale que soy…. y que tú eres…. y que estamos…”. A través de esta sencilla herramienta léxica y de esta fórmula de pensamiento, se abre la puerta de nuestra imaginación en una fácil maniobra de sustitución.  La realidad se transforma a través de símbolos en otra realidad, las personas en personajes, nuestros movimientos en acciones dramáticas y la vida en teatro.

Por la tanto, ¿qué teatro debemos enseñar en la escuela o en el instituto?

El teatro que se basa en el juego como herramienta de aprendizaje humano.

Si he planteado que el niño/a crece jugando y que ese juego es teatral ¿debemos dejar de jugar? Lo hacemos, vamos anquilosando nuestro carácter bajo una apariencia formal vigilada por nosotros mismos, trazamos un personaje que bloquea la versatilidad innata de la persona, desarrollamos unos usos y los repetimos en la medida en que nos ofrecen productividad social o laboral; en definitiva, reducimos nuestra riqueza y versatilidad, nuestra adaptabilidad a diferentes entornos y nos robotizamos en respuestas automáticas que poco a poco van ajustando la previsibilidad de nuestros movimientos, gestos y reacciones.

Una persona que hace teatro “desaprende” su guion y su formalidad. Se reubica en un punto cero que da marcha atrás a parte de nuestra progresión vital y nos sitúa en un momento nuevo desde el que podemos ser más y mejor: más ricos/as, más creativos/as, más adaptables, más cooperativos/as y más confiados/as. No se trata de dejar de ser nosotros/as mismos, sino de reorientar nuestra persona hacia una riqueza que quedó en algún momento enterrada, pero que pervive en algún pliegue de nuestro organismo. En el caso de los más pequeños/as, evitaremos que ese reduccionismo opere o lo mitigaremos. Es un renacer con mayúsculas. Así lo manifiestan quienes hacen teatro a cualquier edad, en el caso de nuestra escuela, desde los 3 hasta los 89 años.

Pero no es cualquier juego, el juego en sí mismo no es teatro, pero todo teatro se construye desde el juego. Es más, no existe modo de interacción social que no se base en el juego o no pueda ser descrita como tal.

El juego teatral pedagógico es uno y su objetivo no es pasarlo bien, este es un resultado casi inevitable si hacemos bien el teatro, sino dotar de herramientas expresivas y cognitivas a la persona. El teatro utiliza el juego y sin juegos sería imposible crear el teatro.

¿Qué va a aprender el/la adolescente haciendo teatro?

A crear: crea y cree en ti.

Tal y como se establece en el pensamiento pedagógico y formativo más moderno, el teatro impulsa el desarrollo de la persona a cualquier edad hacia un pensamiento creativo e inventivo, manifestado a través de la expresión creativa total.

El pensamiento creativo se manifiesta, se apoya y se estimula a través de los lenguajes naturales en todo ser humano: corporal, sonoro, verbal, plástico, simbólico, instrumental…

De proyectar el pensamiento hacia la creación se encarga el teatro y la enseñanza dramática y escénica, a través de una estrategia lúdica fundamental apoyada en el juego con su multiplicidad de elementos y en el marco de la colaboración grupal.

El teatro es comunicación, puede ser verbal o no verbal, pero hay un mensaje que trasmitir a través del gesto, la palabra, nuestro cuerpo y la construcción del espacio.

Sin colaboración no hay teatro. Es importante la aportación y colaboración grupal. El grupo nos permite la relación con otros/as compañeros/as y sentirnos escuchados/as al aportar ideas y que tenemos libertad para exponerlas. Nos basamos en la comunicación y el respeto, el trabajo en equipo sin competencia. La aportación del otro/a es igual de valiosa que la propia.

Autoconfianza. A cualquier edad es muy importante confiar en uno/a mismo. Es fundamental conocerse, aceptarse y desarrollarse. El teatro permite que el alumnado sea capaz de desarrollar sus propias ideas y exponerlas ante un público. Basándonos siempre en el respeto, siente que tiene libertad a la hora de expresarse.

El trabajo en equipo promueve la responsabilidad hacia el respeto de un encuadre de trabajo, encamina el esfuerzo hacia un bien común, promueve el ejercicio de la escucha, obliga a la propuesta y a la renuncia, a la recompensa y a la frustración, al esfuerzo y al resultado.

El teatro es una manifestación artística con un carácter multidisciplinar que integra la combinación de numerosos elementos para la creación. Los/as alumnos/as de teatro componen un ámbito de realización que combina el trabajo corporal y lingüístico con el uso del espacio, la luz, la música, la imagen y toda una combinatoria de materiales plásticos.

El teatro será un medio para el desarrollo y una forma de conocimiento de la realidad. A través de la asunción de roles diferentes en los juegos dramáticos, las personas aprenden a “ser”.

Concluyendo, el teatro posibilita:

  • El desarrollo comunicativo y expresivo de la persona.
  • El desarrollo de su sociabilidad.
  • El desarrollo de su autoestima.
  • El desarrollo de su estímulo para el aprendizaje.
  • El desarrollo de su capacidad de respuesta ante una situación.
  • El desarrollo de un nuevo vínculo comunicativo entre alumnado y profesorado.
  • El desarrollo de la colaboración en el trabajo grupal.
  • El desarrollo de estrategias para lograr retos constructivos.
  • El desarrollo de una visión enamorada del arte, la palabra y la cultura.
  • El desarrollo de la capacidad de construcción artística y simbólica.
  • El desarrollo de un pensamiento ordenado en función de una idea.
  • El desarrollo de la capacidad de aprendizaje desde el error.
  • El desarrollo de la capacidad de autoanálisis.

Y podríamos seguir.

Esta no es una visión idealizada, pero tampoco significa que todas las personas que hagan teatro hagan realidad estas premisas. Existe un principio de realidad que pasa porque las cosas se hagan bien, con calidad, con constancia, con revisión y con tiempo. El teatro no obra milagros, pero siempre transforma. El teatro aprovecha la creatividad y el enorme potencial del individuo.

David Fraile

Director Pedagógico
Escuela de Teatro Cuarta Pared
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