Sala Cuarta Pared

Un teatro que deje huella

Javier Yagüe

Con motivo de la reposición de las dos primeras obras de la Trilogía Negra de la Compañía Cuarta Pared, recuperamos una de las entrevistas realizadas a Javier García Yagüe, director de las obras, tras estreno de la primera entrega de la trilogía.

Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de montar «Nada que perder»?

Respuesta: Siempre hemos intentado hacer un teatro que participase o estimulase los debates sociales. Rebeldías posibles anticipaba el movimiento de los indignados, y Siempre fiesta hablaba de la destrucción de una familia, como metáfora de la descomposición de una sociedad, muy cercano a lo que ahora estamos viviendo. Pero, por otro lado, nos interesa un teatro que trascienda la actualidad, de eso ya se ocupan los medios de comunicación. Ante una realidad tan cambiante como la de estos últimos años ha sido difícil encontrar qué hay de permanente o  de trascendente en los sucesos que nos rodean. Por ello hace cuatro años que no hacíamos un montaje para adultos. Empezamos a trabajar en este montaje hace un año y medio, y cada vez que nuestra imaginación ideaba algo, la realidad lo superaba por disparatado o exagerado que nos pareciese. Esto ha hecho que hayamos ido descartando cada vez más lo anecdótico y quedándonos con la esencia de la realidad que vivimos.

La chispa para la trama que hemos desarrollado fue una anécdota que nos contaron un día. A un abogado que trabajaba en un gran bufete le habían dado unas vacaciones fuera de temporada y, justo en ese momento,  ¡qué casualidad!, se quemó su oficina destruyéndose mucha información.

P: ¿Cómo ha hilado las ocho escenas de la obra, qué tienen en común?

R: El gran reto de la escritura ha sido armar una trama que se continúa pero que en cada una de las ocho escenas tiene personajes diferentes. El espectador es el investigador que va hilando las pistas que desembocan en la resolución final. El que cada escena tenga personajes diferentes nos ha permitido hacer un fresco que recoge diferentes estratos sociales y diferentes entornos laborales. Padres e hijos, abogados, empresarios, profesores, psicólogos…así hasta dieciséis personajes.

P: ¿Cómo ha sido la puesta en escena?

R: Toda la obra se ha compuesto a base de interrogatorios y hemos intentado trasladar ese acoso que produce el interrogatorio a la puesta en escena. Por ello trabajamos con el público rodeando la escena, acercando al espectador los gestos, las inflexiones y las dudas del que oculta algo, no quiere hablar de algo o no dice la verdad. Tenemos la suerte de contar con un espacio polivalente y que permite esa cercanía con el público. La obra transcurre durante una huelga de basuras y la basura es la base de la puesta en escena.

P: ¿Cuántos actores hay sobre el escenario (si puedes ponme los nombres)?

R: En escena hay tres actores permanentemente que se reparten los diferentes personajes. Un interrogador y un interrogado en cada escena, pero también un tercer personaje, el tercero, que es un puente con el espectador, su alter ego, alguien que se pregunta permanentemente sobre el sentido de lo que vemos, que cuestiona a los personajes, al espectador, a sí mismo. Alguien que intenta encontrar respuestas pero sólo tiene preguntas.
Los tres actores son: Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón y Guillermo Sanjuán, que sustituye Pedro Ángel Roca en la reposición actual.

R: ¿Cómo ha sido la labor de escritura junto a los hermanos Bazo?

R: La obra está escrita por los Bazo, Juanma Romero y yo mismo. Ha sido un proceso largo, año y medio como decía antes,  y muy gratificante. Nos hemos reunido una vez por semana. Empezamos definiendo de qué queríamos hablar, buscamos material, luego hicimos una escaleta que definiese la trama, pues esta es una obra de serie negra, a la que somos tan aficionados. La escaleta nos permitió dividirnos el trabajo, las escenas, en una primera escritura. Ellos escribían, yo reescribía y corregía. Luego intercambiaron las escenas. Volvimos a incorporar propuestas, a completarlas, ampliarlas…Volvimos a corregir, tachar, tachar y tachar hasta llegar a algo sintético, nuclear, conciso como los buenos diálogos de novela negra.

P: ¿Qué hay de denuncia en el texto?

R: Todos nosotros somos buenos aficionados a la novela negra. Pero las que más nos interesan son aquellas que descienden a las cloacas. Aquellas que mediante la investigación de un crimen horadan las apariencias y penetran a través de diferentes capas, yendo cada vez más hacia las profundidades y haciendo aflorar aquello que permanece oculto. Eso hemos querido hacer con nuestra obra,  poner la lupa en aquello que por oculto o por demasiado visto, por el acostumbramiento, no vemos. Hay cierto agotamiento informativo sobre desahucios, parados, etc. Pero su realidad no ha cambiado. Algunas personas que un día fueron  titular en un periódico porque lideraban una manifestación y fueron represaliados ya no son noticia, su vida es mucho peor pero la actualidad les ha borrado. Los que perdieron los ahorros de toda una vida con los preferentes siguen sin haberlos recuperado, su vida quizá sea un infierno…pero el foco informativo, la solidaridad ya están en otra parte. Queremos hablar de aquellos que ya no son protagonistas y merecerían serlo.

P: ¿Cómo se muestra la sociedad actual en la obra?

R: Hablamos de una sociedad en crisis, pero no sólo económica. Consideramos que la crisis económica es consecuencia de la crisis de valores, de una sociedad que ha ido enfermando poco a poco. En esta obra intentamos hablar de esa enfermedad social y de la decadencia de los valores que conforman una sociedad saludable. Hablamos de una sociedad en donde los desahuciados, en un sentido amplio,  no importan a los que tiene la posibilidad de hacer algo, que pueden decidir. Hablamos del peligro de llevar a alguien hasta  un punto de no retorno, hasta un punto en donde ya no tiene nada que perder.

P: ¿Cree que el teatro está empezando a tomar partido en la degeneración de nuestra vida política y social?

R: Como decía al principio, nosotros siempre hemos estado alerta contra cierta idea del progreso que sólo trae mejoras, alerta contra la tendencia hacia la deshumanización. Creo que el teatro en general no puede mantenerse al margen de lo que sucede y desde el puro teatro documento hasta el teatro más comercial están ocupándose de lo que sucede a nuestro alrededor. Nosotros  intentamos seguir por un camino en donde la realidad se cuenta a través de una forma artística que suponga una experiencia trascendente para el espectador, más allá de la que vive en su vida cotidiana, más intensa que la que experimenta en su vida diaria. Buscamos un teatro que deje huella.

P: ¿Es el género negro la mejor manera para contar nuestra realidad de corrupción?

R: Creo que ya he contestado antes a esta pregunta. La corrupción se produce en zonas oscuras, en espacios ocultos, detrás de las fachadas. Para llegar a esos ámbitos hay que investigar y el género negro nos permite esa investigación que tira de un pequeño hilo, que parte de un asunto sin importancia hasta desenredar una madeja que nos lleva al origen, a aquello que estaba oculto.

Fragmento de la entrevista realizada por Javier López-Rejas a Javier G. Yagüe, coautor y director de Nada que perder.
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