“Siempre estoy en tensión, buscando problemas en mí, en el contexto, en la comunidad, para motorizar mis obras”
Brai Kobla, dramaturgo, director escénico y primer premio en el concurso Joven Dramaturgia Iberoamericana de la Biblioteca Nacional de España, cuenta ya con una trayectoria que recorre varios festivales internacionales y un amplio reconocimiento dentro del ámbito de las artes escénicas iberoamericano. Sus preocupaciones le han llevado a escribir acerca de aquello que le rodea; es así como nace Oveja Perdida, ven sobre mis hombros que hoy no sólo tu pastor soy sino tu pasto también.
Tengo un vínculo muy conflictivo con el teatro. Todavía no entiendo bien qué es lo que me gusta de hacerlo. Tengo algunas ideas y justificaciones, pero por lo general reniego del teatro y siempre estoy buscando una excusa para pelearme con algo o alguien dentro del lenguaje. Quizás ahí encuentro una razón sólida para dedicarme a esta práctica o quizás esa es la base de mi relación con lo que hago. De alguna manera siempre estoy en tensión, siempre estoy buscando problemas en mí, en el contexto, en la comunidad, para motorizar mis obras. Es como si necesitara inventarme batallas y enemigos para encontrarle una razón o un sentido a lo que hago, sino me desvanezco y creo en muy pocas cosas. En definitiva, para estar en problemas, siempre necesitas de otrxs, de una comunidad, de un grupo de personas que quieran montarse a esas batallas.
Oveja Perdida formó parte del Festival Iberoamericano de Logroño, Festival Internacional de Buenos Aires, Festival Internacional Santiago Off (Chile), BBK OFF Festival (Bilbao) y fue premiada como mejor dramaturgia por la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires.
El título de la obra remite a un poema de Góngora, poeta de estética barroca y representante del culteranismo. El primer acercamiento al título tuvo que ver con los conceptos derivados del barroco. Durante el proceso de ensayos insistí en la posibilidad de traducir ciertos conceptos y complejidades del barroco, en procedimientos escénicos que nos permitan establecer analogías con determinadas problemáticas actuales. El título en sí mismo establece un juego polisémico, en donde una idea se pliega sobre la otra, para dar lugar a un nuevo pliegue, y cada pliegue permite solapar el sentido y fraccionarlo en mil detalles, para que luego el ojo del espectador tenga la sensación de que el detalle de cada escena es infinito. El segundo acercamiento, apareció cuando comencé a detectar que en el título habitaba una manipulación, o bien, una estafa posible para el espectador o creyente, en su defecto. Entonces, detectamos junto con la compañía que, la enunciación misma del título, podría ser utilizada como speach o metáfora corporativa por un coach motivacional de alguna empresa multinacional ante sus empleados o posibles clientes. Así, el título de nuestra obra puede ser el puntapié para venderte un producto de dudosa procedencia, o bien, convertirte en un noble empleado de nuestro evangelio corporativo.
La hipótesis de la obra tiene una influencia directa, tanto en lo conceptual, como en lo político y afectivo, signada por Franco “Bifo” Berardi, filósofo italiano, de corte neomarxista. También reconocido por su participación activa en el Mayo del 68 y sus colaboraciones con el movimiento Occupy. Su texto “La sublevación” resuena constantemente en algunos pasajes de la obra, en algunos momentos casi literales, como una especie de invocación fanática. Dentro de las referencias teóricas también quisiera mencionar a Hito Steyerl, artista y ensayista, vinculada a los medios de comunicación y al análisis de la circulación de imágenes e información en plataformas, y también a Mark Fisher, sobre todo con sus libros K-punk y Realismo capitalista. Una referencia cinematográfica evidente y que se menciona en un pasaje dentro de la obra, es la película “Synecdoche New York” de Charlie Kaufman.
Una identidad compartida
Por lo general, en mis obras trabajo con personas que no se dedican sólo al teatro, tienen trabajos de diferentes índoles, trabajos no artísticos, si se puede decir, pero que luego de sus jornadas de trabajo deciden dedicarle su tiempo a esta práctica. Es una decisión política y afectiva que a mí me conmueve, e intento que eso se filtre en las obras. Pensar las obras como laboratorios de imaginación social, que den cuenta de la singularidad de los vínculos, las contradicciones y la construcción de un sentido identitario dentro de un proceso creativo. Siguiendo en el orden de lo identitario y la red vincular en los procesos creativos, creo que la razón fundacional de esta obra, más allá de lo artístico y profesional, está dada por el cruce de afectos de personas que viven en Madrid, siendo residentes y habiendo nacido aquí, con personas argentinas que viven en Madrid, y las múltiples percepciones de pertenencia que se puedan dar. Esta situación extraordinaria, le imprime a la obra una impronta y singularidad, imposible de manipular, imposible de tejer en un ensayo, constituyendo una identidad artística diversa, en mutación constante.
Un año después del Festival Essencia, Oveja Perdida regresa a Cuarta Pared desde el 16 al 25 de mayo para reflexionar sobre la productividad desorbitada, la precariedad laboral o la atención multitasking.
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