Carmen Werner (Madrid, 1953), Premio Nacional de Danza en 2007 en la modalidad de creación “por aportar, tras años de persistente trabajo coreográfico, un lenguaje personal que transmite con intensidad y coherencia a numerosos intérpretes y creadores y creadoras”. En 2020 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Tras 36 años desde la constitución de Provisional Danza, la creadora madrileña sigue al frente de su compañía, Provisional Danza, suma más de 70 piezas y prosigue su tarea de forjadora de nuevos coreógrafos como pedagoga en centros nacionales e internacionales. El 23 de mayo de 2023 estrena en Cuarta Pared y dentro la programación de Madrid en Danza, 1953, inicio de su nuevo punto de partida.
Pregunta: En tus coreografías siempre partes de una idea central. ¿Cuál ha sido la que ha motivado 1953?
Respuesta: Una película, Harold y Maude (1971), del director Hal Ashby y mi propio año de nacimiento.
P: ¿Hablas de la “sociedad de la vigilancia” y de la ausencia de libertad?
R: Empecé con esa propuesta, pero luego lo llevé por otros derroteros, aunque en cierta forma lleva algo de eso.
P: Fundaste Provisional Danza en 1987. ¿En estos 36 años, cuál han sido los cambios más notables en la danza de nuestro país?
R: Brutales y estupendos, ¡menos mal! Ahora es todo más personal, aunque haya modas… pero me encanta, antes estaba todo más encorsetado, demasiada técnica ya estipulada.
P: Como protagonista de la reciente evolución de la danza, ¿en qué momento te encuentras ahora, Carmen?
R: Uff, es muy difícil definir esto… La verdad es que no lo he analizado, me encanta contar algo, tener un tema aunque luego varie según nos interese, en continua evolución, sigo abierta a todo lo que me rodea.
P: Has descubierto a jóvenes bailarines y coreógrafos de forma constante, muchos de ellos y ellas ya consagrados: ¿reconoces el “sello Werner” en la danza de hoy?
R: Lo que me encanta es ver la evolución que hay en ellos y los momentos que me hacen recordarme.
P: En tus piezas hay movimiento, fisicidad, geometría, un orden coreográfico reconocible, dramaturgia, texto. ¿Explicarnos con sencillez cuál es tu estilo?
R: Qué cosas más difíciles me preguntas… ¡Ja! Me gusta la danza que no parezca danza, es decir me gusta la naturalidad, como lo que pasa en la vida, no poner cara de bailarín porque ahora me toca bailar.
P: 1953. Ni con el paso del tiempo has dejado de bailar al límite. ¿Cómo lo haces, amiga?
R: Tampoco me lo pregunto, entreno a diario y me apasiona, aunque a veces estoy muy cansada, sobre todo en las giras, aviones trenes madrugar, cambiar de país donde hay muchas horas de diferencia y no duermo… Pero, me encanta.
P: Tu carrera es una simbiosis de espectáculos de gran formato, solos, montajes de calle, danza aérea, vídeo danza, ópera… ¿Qué te queda por hacer?
R: Morir.
P: ¿En Todo lo bueno ocurre en silencio, cerrabas el espectáculo, sentada, fumando y mirándonos? Sin destripar… ¿cómo inicias 1953?
R: No te lo puedo contar porque se quitaría la sorpresa, espero que al público le guste.