ME ABRURRO:
La inacción también es aprendizaje
Según la RAE, aburrimiento es “cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada”. Cuántas veces habremos escuchado a nuestros/as hijos/ la famosa frase “me aburro”, y cuántas veces hemos buscado una solución a ese aburrimiento para evitar una situación de desgaste, con el/la niño/a persiguiéndonos y exigiendo encontrarle una solución a “su problema”.
Bertrand Russell decía en 1930, en su libro "La conquista de la felicidad":
“El aburrimiento como factor de la conducta humana ha recibido, en mi opinión, mucha menos atención de la que merece. Estoy convencido de que ha sido una de las grandes fuerzas motrices durante toda la época histórica, y en la actualidad lo es más que nunca.”
Nos aburrimos porque existe una apatía, una falta de interés por algo en concreto, no hay nada que nos llame la atención, que nos active. Y, sin embargo, aunque se asocie a un estado negativo, tiene consecuencias positivas. El aburrimiento permite centrarnos en nosotros/as mismos/as, nos da un espacio de reflexión.
Nuestros/as hijos/as viven en un mundo sobreestimulado con actividades a todas horas del día. En nuestra sociedad, comienza a ser algo normalizado el que los niños estén hiperescolarizados, de tal manera que en algunos centros tienen actividades dirigidas incluso en los recreos. No tienen casi momentos para parar.
Desde que se levantan hasta que se acuestan siguen un horario prácticamente de adultos/as. Y cuando paran y no saben qué hacer, enseguida llegamos las madres y los padres para solucionarles esos momentos de tedio, de aburrimiento. Necesitamos que estén haciendo cosas, porque creemos que el que estén entretenidos constantemente es positivo para ellos/as y para generar un espacio de paz.
“Nuestros horarios laborales y las dificultades de conciliación […] están produciendo generaciones de niñas y niños apresurados, hiperestructurados y dirigidos. Dejan de ser capaces de entretenerse por sí mismos y dependen de forma pasiva de formas externas de estimulación. Estos estímulos externos, a su vez, van mermando su asombro y su capacidad de automotivación.”
Sandi Mann
Obviamos que el aburrimiento tiene aspectos positivos. Por ejemplo, estimula la creatividad.
Porque cuando los/as niños/as paran y no les generamos incentivos externos, su cerebro comienza a trabajar de manera distinta.
Según la neurociencia, en los momentos en los que la mente no está consciente del mundo exterior, se activan tres regiones principales del cerebro (la corteza prefrontal medial, la corteza parietal lateral y el precúneo) y su interconexión tiene que ver con la revisión de la autobiografía, la visualización del futuro o el análisis de situaciones morales y de empatía.
Según el físico Manuel Béjar, el cerebro, en estado de reposo:
“recrea escenarios hipotéticos para someterlos a un análisis preventivo que nos prepara para enfrentarnos a una situación que podría llegar a ser real."
Es decir, entra en un proceso creativo por el cual se imagina en contextos diferentes y poniéndose en el lugar de otras personas.
Si constantemente aportamos soluciones al aburrimiento de nuestros/as hijos/as, impedimos que conecten con ellos/as mismos/as. Tienen que encontrar qué les motiva, qué les gusta. Quizás nos sorprenderíamos si les dejásemos tiempo para decidir qué quieren hacer. También es posible que comiencen a generar curiosidad por cosas distintas a las que suelen estar acostumbrados/as.
“Los placeres de la infancia deberían ser que el niño extrajera de su entorno aplicando un poco de esfuerzo e inventiva.”
Bertrand Russell
La lista de aspectos positivos que pedagogos, psicólogos y científicos creen que aporta el aburrimiento es amplia:
- Nos hace tomar iniciativas. Por lo tanto, ser creativos/as.
- Nos permite mirarnos a nosotros/as mismos/as, prestarnos atención.
- Podemos tomarnos un respiro, rebajar el nivel de estrés generado por tanta estimulación.
- Posibilita formas de pensamiento más complejas, que necesitan más tiempo de proceso.
- Desarrolla la paciencia, la atención y la autonomía personal, dejando que sean los/as niños/as los/as que tomen las decisiones.
- El aburrimiento significa descanso, parar, poder tomarte las cosas con calma.
Debemos dejar que nuestros/as hijos/as se aburran, lo que no quiere decir que fomentemos el hastío, sino que en esos pequeños momentos en los que no tienen nada que hacer y nos piden que nos convirtamos durante un rato en animadores/as, les alentemos a tomar la iniciativa para que piensen por ellos/as mismos/as y tomen sus propias decisiones. Les estaremos ayudando a crecer y a enriquecer sus vidas.