TERCERA PARTE
¿Podrías nombrar tres grandes momentos de estos cuarenta años? ¿El Premio Nacional de Teatro es uno?
Sí, bueno, los premios son muy gratificantes, pero ahí el trabajo ya está hecho, te premian por lo que ya has hecho. Pero cuando abrimos la sala de Ercilla, que, como te decía, a nosotros nos parecía un estadio grandísimo y no sabíamos qué iba a pasar, prácticamente al principio -no sé si fue lo primero, pero prácticamente al principio- estrenó Ur Teatro, la compañía de Helena Pimenta, su versión de Sueño de una noche de verano, y aquello hizo que desde el primer momento la sala empezase a estar llena de gente, y eso fue un espaldarazo para nosotros, que no teníamos ningún tipo de ayuda. Habíamos abierto de una manera inconsciente, porque si hubiéramos hecho un proyecto más serio económicamente hablando, no habríamos abierto, ya que lo que íbamos a hacer era absolutamente inviable… Pero abrimos, y fue un momento muy importante para la sala el estreno de ese Sueño su noche de verano, una propuesta muy rompedora y dirigida a gente joven.
El segundo momento fue estrenar Las manos, que consiguió que se acercase todo tipo de público y que el techo de cristal del teatro alternativo se rompiese. Realmente lo bonito de aquella obra era que nuestro público habitual, gente joven, traía a sus padres y abuelos a ver el montaje. Las manos propiciaba un reencuentro generacional, de repente veías a gente de veinte años con sus padres de cuarenta o cincuenta, o con sus abuelos de sesenta o setenta, y salían y hablaban de lo que habían visto. Fue muy interesante, y creo que ese reencuentro generacional de alguna manera tenía que ver con lo que luego se ha llamado memoria histórica. Las manos también fue muy importante, porque con ella empezamos a girar muchísimo y se nos empezó a conocer fuera de la sala.
Y el tercer momento, no sabría decirte; has mencionado el premio, y lo más importante para mí del premio es que en el acta del jurado se hablaba de un proyecto integral de producción, exhibición, formación e investigación, y yo creo que de alguna manera es en ahí donde se plasma de una forma clara lo que es nuestra filosofía. El proyecto Cuarta Pared tiene que ver con cómo se pueden integrar todas esas líneas y cómo alrededor de ellas hemos creado una comunidad escénica que incluye espectadores, alumnos, y lo que yo llamo ‘compañeros de viaje’, que es toda esta gente, compañeros de las artes escénicas, que han estado cerca de nosotros durante todo este tiempo.
¿Sois conscientes de la cantidad de artistas, compañías, creadores para los que la Cuarta Pared ha supuesto lo mejor que les podía pasar en su vida profesional?
En el caso de los alumnos somos muy conscientes porque nos lo dicen, porque muchas veces en el día a día, o cuando terminan los cursos, lo explicitan. Pero somos bastante inconscientes de la influencia que hayamos podido tener. Yo creo que la hemos tenido, porque el teatro ha ido cambiando a lo largo de estos cuarenta años, y en parte también gracias a lo que nosotros hemos hecho, porque hemos demostrado que lo que estamos haciendo también lo pueden hacer otros. Algunas de las personas que nos hemos encontrado, en este caso a través de ETC, que están en la generación de los cuarenta o cincuenta años, también nos lo han dicho. Por ejemplo, Julian Fuentes Reta o Juan Ollero me decían ‘es que yo vi Las manos cuando era adolescente y es de esas cosas que me marcaron’. Yo no he sabido esto hasta mucho tiempo después de conocerles, un día me dicen ‘es que yo vi Las manos y me hizo dedicarme al teatro’, o ‘me dije que eso es lo que yo quería hacer’. Pero no es algo de lo que seamos muy conscientes, ni tampoco es nuestro objetivo. Nuestro objetivo está muy en el día a día, y nos falta un poco de perspectiva y panorámica para ver esa influencia.
Y para la celebración del cuarenta aniversario, ¿qué tenéis planeado?
Pues el aniversario está centrado en dos hitos. Uno de ellos tiene que ver con seguir con el objetivo de plantear proyectos de alcance y no proyectos efímeros. Ha llegado un momento en que los montajes los lleva a cabo gente que se junta durante un mes, hacen algo, lo muestran cinco días, se deshace el grupo y cada uno se va por su lado. Nosotros hemos intentado siempre resistirnos a eso, porque nos parece que los lenguajes escénicos evolucionan y pasan a tener una identidad cuando hay grupos que trabajan en continuidad durante un largo tiempo, y durante ese tiempo se fraguan las ideas. Por eso esta vez hemos cambiado de las trilogías al tríptico. En el Tríptico de la Vida, que es el proyecto escénico que tenemos entre manos, hemos recuperado a tres directoras que se formaron con nosotros y que luego volaron hacia otros sitios. Ellas van a mostrar tres visiones diferentes en un intento de abarcar la vida. La pregunta de si se puede abarcar la vida era de alguna manera la que estaba detrás de la Trilogía de la Juventud, entonces queríamos saber si podíamos contar la vida, las generaciones, las cosas que permanecen y las cosas que son más efímeras; pues esa misma idea es la que está detrás del Tríptico de la Vida. Tenemos preparados tres montajes que se estrenarán sucesivamente en febrero, marzo y abril de 2025. Es un proyecto que cuando se estrene hará dos años que se empezó a fraguar. En la dramaturgia hay mucha gente que cada una de las tres directoras ha ido decidiendo. Son equipos diversos, hay gente de la casa, que se ha formado con nosotros. Pero también hay gente de otro sitio, porque siempre nos ha interesado no ser muy endogámicos. En la propia sala, una de las ideas que ha estado detrás de nuestra forma de actuar es el intento de fomentar los encuentros y no la endogamia. En teatro, sobre todo cuando empezábamos, estaba la familia, cada uno venía de una familia y no se mezclaba con los de las otras familias; nosotros siempre hemos intentado que las familias se encontrasen, y eso sigue siendo así. En el Tríptico de la Vida participa gente de muchas procedencias, aunque tienen una impronta Cuarta Pared. La directora Aldara Molero, con la colaboración dramatúrgica de Natalia Mariño, estrenará en febrero Todas las casas. Aitana Sar, con la dramaturgia de Miguel Valentín, estrenará en marzo Murmullo. Y Raquel Alarcón, con textos de Lucía Carballal, Pablo Remón, Mélanie Werder Avilés, Roberto Martín Maiztegui, y Esther García Llovet, estrenará en abril Todo lo que veo me sobrevivirá.
Y el otro momento donde vamos a celebrar será en el mes de julio, durante el Festival Essencia, que este año va a estar dedicado a la historia de Cuarta Pared, y toda la gente que va a participar ha estado ligada a la sala de alguna manera. La inauguración será un concierto -siempre solemos hacer en las inauguraciones algún tipo de evento especial- organizado por Zo Brinviyer, que estuvo en el ETC con nosotros y escribió un texto en un laboratorio que luego fue premiado. Pero seguramente estarán otros como María Velasco, Luz Arcas… Estamos todavía configurando la programación, pero también habrá muchos encuentros que tienen que ver con la reflexión sobre el lenguaje teatral, sobre el momento escénico en que estamos, intentaremos juntar a dramaturgos, directores, actrices… La XI edición del Festival Essencia será una celebración y un momento de encuentro.
¿Cómo os planteáis el futuro de la sala? ¿Cómo serán los diez años que quedan para los cumplir cincuenta?
Pues no lo tenemos muy claro, creo que estamos en un momento de cambio interno, porque los que llevamos más tiempo nos vamos haciendo mayores, y el Tríptico de la Vida es una manera de ir dando más presencia y responsabilidad a los que vienen detrás. Estamos en un momento de cambio generacional en la compañía. Creo que el teatro es cada vez más un núcleo de resistencia frente a la deriva que está tomando la sociedad contemporánea y, si antes era necesario el teatro y el teatro social, pues me parece que ahora mucho más.
La escuela nos parece fundamental, en ella tenemos un feedback, una devolución más inmediata acerca de lo que hacemos y la repercusión que tiene, y ver cómo la escuela es tan importante para niños y adolescentes, ver qué piensan ellos, nos permite también ver hacia dónde va el futuro de la sociedad. Para nosotros, la escuela es un elemento permanente de renovación. Ya no puede crecer más porque está saturada en cuanto a los espacios, pero es muy importante también, desde el punto de vista pedagógico, la renovación de los contenidos.
El ETC, ahora mismo, desde el punto de vista creativo, es el motor de lo que viene. La próxima temporada, la 2025/26, la vamos a llamar la Temporada Verde, porque empezamos hace tiempo a hacer unos laboratorios de dramaturgia que tenían que ver con el mundo en que vivimos y cómo la emergencia climática es algo que ya está aquí y se ve poco en los escenarios, y propusimos a los autores escribir sobre ello. Surgieron varios textos y acabamos de fallar ahora una convocatoria para estimular la producción de los textos, con lo cual la temporada que viene habrá cuatro estrenos que tienen que ver con esa temática.
Cuando hablas de los diez siguientes años, yo pienso que nuestra labor fundamental es intentar que la sala no se convierta en un supermercado de espectáculos, que no sea simplemente una programación que llega y va pasando, espectáculo tras espectáculo, sino que podamos seguir manteniendo un discurso que se concrete en las obras que vamos programando. Intentar recuperar ese momento en que había por lo menos un tercio de programación generada por la sala y que el resto también tenga que ver con la identidad de la sala.
¿Quieres decir algunas palabras de agradecimiento a artistas, compañías, espectadores, trabajadores, empleados, todos los que han pasado por la sala, por la compañía, por la escuela en estos cuarenta años?
Pues, mira, respecto a los trabajadores, estamos en un ámbito en que se trabaja mucho y se gana muy poco. Realmente, la sala no hubiese podido existir sin el compromiso de toda la gente que trabaja en ella. No estoy hablando del ámbito creativo, sino de toda la parte de gestión, que a veces es muy dura, y no tiene el retorno de quienes estamos en la parte artística, que somos los que recibimos la devolución de los espectadores. El compromiso de la gente que está en la parte de gestión me ha parecido fundamental durante todo este tiempo. Una parte que se conoce menos es que hemos sido cantera de muchos gestores teatrales, y de muchos técnicos teatrales también, porque la gente que pasa por aquí (que algunos llevamos muchísimo tiempo) tienen ciclos de tres, cuatro o cinco años, en los que vienen con muy poca experiencia, la actividad de la sala hace que se curtan a pasos agigantados, y llega un momento en que se van, porque económicamente no podemos sostener a personal que está muy cualificado y que en otros sitios se lo rifan. En ese sentido también hemos sido cantera de personas que se han integrado en el sistema teatral.
Respecto a compañías y toda la gente que ha pasado por Cuarta Pared, pues la sala es lo que es también gracias a ellos. Por eso, insisto, me gusta hablar de compañeros de viaje porque no son solo personas que han pasado por la sala puntualmente, sino que también hemos intentado apoyar trayectorias para que pudiesen seguir estrenando sus espectáculos, que pudiesen ir elaborando, desarrollando un lenguaje teatral. Les hemos apoyado y ellos han hecho que la sala sea lo que es ahora mismo. Me gusta hablar de comunidad teatral, porque no somos solo las cuarenta personas que trabajamos en los diferentes ámbitos de la sala, sino que la comunidad teatral Cuarta Pared abarca también a todos aquellos que han ayudado a que seamos lo que somos.